viernes, 25 de marzo de 2016

Su contexto

Considerando que el fenómeno que denominamos Renacimiento es, en principio, un acontecimiento italiano, no estaría de más recordar que Italia no es en esos momentos una nación unificada y que no lo será hasta 1861. Es un territorio dividido en diversos Estados independientes, denominados cada uno por ciudades de una enorme importancia económica, que de forma parecida a las Ciudades-Estado de la Antigüedad, controlan políticamente el territorio circundante. Es el caso de las importantes repúblicas de Venecia, Florencia o Génova, a las que habría que añadir los amplios territorios que quedan en manos del Vaticano, es decir de los Papas, denominados como Estados pontificios. Durante estos siglos XV y XVI los distintos territorios italianos sufrirán el acoso constante de dos grandes monarquías europeas, especialmente de la francesa y aún más de la española, en manos entonces de los reyes Carlos I y Felipe II.


Es en los siglos XV y XVI cuando el resto de Europa entra de lleno en la formación de las grandes monarquías autoritarias, que irán progresivamente afianzando la existencia de los distintos Estados nacionales, así como su poder y autoridad políticas, desmantelando poco a poco la vieja estructura feudal.



Esta etapa que llamamos Modernidad, es asimismo la época de los grandes viajes y descubrimientos, como los de Colón o Magallanes, y es también la de los primeros grandes avances de la ciencia, que con Galileo a la cabeza ponen en cuestión los dogmas teocentristas de la Iglesia.



Una Iglesia que va a vivir su primera gran crisis, al producirse en su seno la escisión que la rompe en dos mitades irreconciliables desde entonces: los católicos seguidores fieles de la autoridad papal y los protestantes, que abanderan una renovación religiosa necesaria y profunda. Desde ese momento Europa también se dividirá en dos, la de los imperios católicos con la monarquía hispánica a la cabeza y la de los países protestantes del norte de Europa, cuyo enfrentamiento sangriento dará lugar a las guerras de religión en los siglos posteriores.

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